Romanos 10:13-14 “Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?”.
Por: Ericka Herrera de Avendaño
El mensaje de salvación en Cristo es la mejor noticia que la humanidad pueda recibir. Dios ha abierto el camino para que todos los que invoquen su nombre sean salvos. Sin embargo, el apóstol Pablo nos hace una pregunta crucial: ¿Cómo creerán si nunca han oído?. Esto nos recuerda la gran responsabilidad que tenemos de compartir las buenas nuevas de salvación.
El evangelio es el poder de Dios para salvación (Romanos 1:16), pero alguien debe proclamarlo. Muchas personas viven sin conocer a Cristo, atrapadas en la desesperanza y el pecado, sin saber que hay una salida. Si nosotros, que hemos recibido la luz de la verdad, no la compartimos, ¿quién lo hará?.
A veces, podemos sentir que no somos los más calificados para predicar, pero Dios no busca oradores perfectos, sino corazones dispuestos. No es necesario ser un teólogo para compartir el evangelio. Basta con testificar de lo que Dios ha hecho en nuestra vida. Un buen testimonio tiene el respaldo del Espíritu Santo. La gente escucha nuestras palabras, pero también observa nuestra vida.
Cada día, Dios nos da oportunidades para hablar de Él, con un amigo, compañero de trabajo, en el establecimiento educativo o incluso en nuestras redes sociales. No necesitamos esperar un “momento ideal”, porque cualquier instante es bueno para compartir la verdad del evangelio.
Señor Jesús, gracias por darme el privilegio de acceder a una salvación tan grande. Dame un corazón dispuesto y gozoso para compartir las buenas nuevas con otros. Que tu Santo Espíritu me guíe para hablar con poder, amor, valentía y sabiduría, Amén.