Juan 13:35  “En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.

Por: Ericka Herrera de Avendaño

Evangelizar no es solo transmitir un mensaje, sino reflejar a Cristo con nuestra vida. Muchas personas no han leído la Biblia, pero observan cómo vivimos y cómo los tratamos. Jesús nos enseñó que el amor es la marca de un verdadero discípulo. Cuando compartimos el evangelio, debemos hacerlo con compasión, paciencia y un amor genuino por las almas perdidas.

En la Biblia, Jesús nos dio el mayor ejemplo de evangelismo basado en el amor. No solo predicaba, sino que también sanaba, restauraba y mostraba misericordia a los pecadores. Cuando habló con la mujer samaritana (Juan 4), no la condenó, sino que le ofreció el agua viva. Cuando llamó a Zaqueo (Lucas 19:1-10), no lo rechazó por ser un recaudador de impuestos, sino que entró en su casa y su amor lo transformó.

Nosotros también debemos mostrar el amor de Cristo al compartir su mensaje. Esto significa escuchar a las personas, entender sus luchas y guiarlas con gracia hacia la verdad. No se trata solo de decirles que necesitan arrepentirse, sino de demostrar con nuestras acciones que Dios las ama y desea salvarlas.

Muchas veces, la dureza del corazón de las personas no se rompe con argumentos teológicos, sino con actos de amor. Un gesto de bondad, una palabra de aliento o simplemente estar presentes en sus momentos difíciles puede abrir puertas para compartir el evangelio. Recordemos que el amor no es debilidad, sino el arma más poderosa que Dios nos ha dado para alcanzar almas. Señor Jesús, ayúdame a reflejar tu amor en cada oportunidad de evangelismo. Que mi vida sea un testimonio vivo de tu gracia y que las personas puedan verte a través de mí. Enséñame a hablar con ternura, a actuar con bondad y a compartir tu verdad con amor. Amén.