1 Juan 3.18 “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.
Por: Xavier Yánez Cando
El Apóstol Juan, conocido como el discípulo amado, escribe esta carta para exhortar a los creyentes, a la iglesia, a vivir un amor auténtico y práctico. Él realiza una comparación del amor verdadero, que se manifiesta en acciones, con el amor falso, que se limita a palabras vacías.
Este versículo nos desafía a examinar la autenticidad de nuestro amor. ¿Es nuestro amor solo una expresión verbal, o se refleja en acciones concretas?. Juan nos recuerda que el amor genuino no se conforma con palabras bonitas, sino que se demuestra a través de hechos que reflejan la verdad del evangelio.
Nuestro amor debe ser genuino, no fingido. Debe manifestarse en acciones concretas que demuestren nuestro compromiso con el bienestar de los demás. No basta con decir que amamos a Dios y a nuestro prójimo. Debemos estar dispuestos a dar de nuestro tiempo, recursos y talentos para servir a los demás de manera tangible, nuestro amor debe estar arraigado en la verdad del evangelio. No podemos amar de manera genuina si vivimos en contradicción con los principios de Dios.
Reflexionemos y respondamos estas preguntas: ¿Cómo estoy demostrando mi amor a los demás? ¿Mis acciones reflejan mis palabras?
¿Cómo puedo amar a aquellos que son difíciles de amar?.