Hechos 13:47 “Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
Nada es visible al ojo humano en ausencia de luz. La luz penetra y disuelve la oscuridad. También sostiene vida en la tierra. Sin ella, toda criatura viviente no podría sobrevivir. Sin embargo, hay una luz más potente que la luz física que Dios creó: ¡Dios mismo!.
Como hijos de Dios debemos transmitir Su amor a otros. Dejemos que Su luz se refleje en nosotros para predicar las Buenas Nuevas de salvación a todo aquel que lo necesita y también debemos animarles a perseverar en la gracia de Dios sin desistir. Si oramos y le pedimos a nuestro Padre que nos dé Su corazón por los perdidos, Él revelará Su amor expresado por el sacrificio de Jesús en la cruz. Y cuando Dios comparte Sus deseos con nosotros, nos iluminará dándonos sabiduría, discernimiento y un verdadero corazón para evangelizar a los perdidos a través de su Espíritu que vive en nosotros.
La luz que compartimos con los demás es una manifestación del amor de Dios por nosotros. Como cristianos, es nuestra tarea vivir nuestra fe de manera tan visible que los demás puedan ver a través de nosotros el amor de Dios. Al hacerlo, no solo estaremos cumpliendo con nuestra misión como cristianos, sino que también encontraremos la verdadera paz y el propósito en nuestras vidas. Por lo tanto, obedezcamos a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, de llevar las Buenas Nuevas a todo aquel que necesite conocerlo.
¿En qué clase de luz se ha convertido? ¿Qué clase de luz emana de usted cuando entra a su lugar de trabajo? ¿Su luz en Jesús ha sido de bendición para alguien? ¿Ha dejado que la Palabra de Dios habite en usted? ¿Será la respuesta a una oración?, Amén.