1 Pedro 1:8-9 “A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas”.

Por: Nelly Jácome de Pérez 

Conocer a Jesucristo por medio de la fe, es un regalo de parte de Dios que nos llena de alegría y de gozo. De no ser por la fe sería imposible poder creer en Él; es por esto que el mismo Jesús le dijo a Tomás, uno de sus discípulos “Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron” (Juan 20:29).

La fe es entonces, el único medio para conocer a Jesús hoy en día. Él mismo sabía que este tiempo llegaría. Sabiendo esto, Jesús oró por los que habrían de creer en el futuro, aún sin poder verle (Juan 17:20). Por fe tenemos certeza, en  nuestro corazón, porque sabemos en quién hemos creído y vivimos en una relación plena con Dios a través del Espíritu Santo. 

Gloria a Dios porque como cristianos amamos al Señor sin haberle visto y por medio de la fe nos alegramos en Él con un gozo inefable y glorioso, un gozo tan profundo que es imposible de expresar adecuadamente con palabras. Esto se traduce en que un verdadero hijo de Dios se caracteriza por ser alegre y amable ya que de lo que hay en su corazón, de eso comparte, amarle nos ayuda a seguir confiando en Él en medio de las adversidades, amarle nos ayuda a servirle en sus atrios, amarles es evidente. 

¿Los que viven y trabajan con usted, evidencian su amor por Dios?.  Es muy fácil saberlo, en la forma como usted los trata y como usted reacciona diariamente. Su testimonio como hijo de Dios está impactando en su derredor, es luz y sal en esta tierra?. Somos cartas abiertas en un mundo que no conoce del precioso evangelio de Jesús, que necesita urgentemente que la luz de salvación resplandezca en sus vidas, Amén.