1 Corintios 1:18 “Porque la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
El mensaje de la cruz es que Dios envió a Su Hijo único, Jesucristo, para ser crucificado como sacrificio expiatorio por los pecados de la humanidad. Debido a que Jesús dio Su vida en la cruz, todos los que ponen su fe en Él pueden recibir Su perdón y salvación. Para los que no son salvos, la verdad esencial del evangelio equivale a una tontería sin sentido, porque la mente mundana solo valora y aprecia la sabiduría humana.
Pablo subraya el marcado contraste entre la sabiduría humana y la sabiduría de Dios. Refuerza su enseñanza haciendo referencia a Isaías 29:14, en el que el profeta reprendió a Israel por confiar en la “sabiduría de sus sabios” y la “inteligencia de sus entendidos” en lugar de la sabiduría divina de Dios. Los creyentes de Corinto estaban cometiendo el mismo grave error. En lugar de confiar en la sabiduría que desciende del cielo, dependían de la clase de sabiduría que Santiago calificó de “terrenal” y “diabólica” (Santiago 3:15). En su inmadurez espiritual, los creyentes corintios seguían pensando y actuando como incrédulos.
Nadie puede llegar a conocer a Dios a través del entendimiento humano. Una mentalidad terrenal solo comprenderá el Evangelio como una idea ridícula. Pero aquellos que vienen al Señor con una fe humilde son iluminados para ver que el mensaje de Su sacrificio redentor en la cruz es el poder y la sabiduría de Dios que libera a las personas del pecado y la muerte y conduce a la vida eterna.
La palabra de la cruz, aunque para muchos suena a locura, es en realidad un abrazo divino que nos recuerda que, a través del sacrificio de Jesús, hemos sido perdonados y liberados del peso del pecado. Es un recordatorio personal de que el amor de Dios trasciende nuestra comprensión y nos invita a vivir en la esperanza y la paz que solo Él puede ofrecer, Amén.