Estamos Ubicados en:
Ximena 421 y Padre Solano,
info@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216
Berajot
berajot@pibguayaquil.com
Fono: +593 98 901 0216

Juan 15:12-14 “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando”.

Por: Dayse Villegas Zambrano

El fruto del Espíritu es amor. En los dos cuerpos de la Biblia, el amor es descrito varias veces, usando diversas figuras. Cantares lo describe como una fortaleza que no puede ser arrasada por el agua ni quemada por el fuego; el apóstol Pablo lo describe como aquello que hace que los instrumentos hagan música y no ruido; Juan lo describe como el haber conocido a Dios.  

Jesús hace también su definición del amor, una de las más claras de las Escrituras. Primero, el amor es un mandamiento. 

No es el estado sentimental en que a veces nos encontramos, llevados por nuestras emociones y por nuestros sentidos. Es una actitud consciente de obediencia a un mandato dado por alguien que de verdad nos ha amado. 

El amor es mutuo. Es dinámico. Fluye de unos a otros, no deja a nadie fuera del círculo del cuidado; no pide solo para sí, pero tampoco queda carente. Da sin temor a quedarse sin nada, porque sabe que también le será dado. En el amor hay lugar para todos. Podemos sentirnos seguros de que Cristo nos ama, pero no solo eso: tenemos al resto de la iglesia que nos ama como él. 

El amor es a la manera de Jesús y no a la nuestra. Es mayor, es superior, y se extiende sobre los amigos hasta poner la vida por ellos. Cuando hacemos esto, somos amigos de Jesús. ¿Existe esa comunidad de fe y amor en nosotros? ¿Nos sentimos así de abrigados por la iglesia? ¿Estamos rodeando a otros con ese amor?. 

Usamos cookies para una mejor experiencia de usuario.