Romanos 12:9-10 “El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. 10 Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros”.
Por: Pst. David Agustín Pérez Vera
Amados hermanos y amigos en este día consideremos que, si el mundo hiciera esto “aborrecer lo malo”, viviríamos en un paraíso, y eso sería muy esperanzador; pero, da el caso de que, este mundo cada día es más vano, más perverso, más violento, más homicida, más corrupto, más mentiroso, más indecoroso, más vil, etc. Por la sencilla razón de que, no han amado lo bueno, sino que, más bien han amado lo malo, porque la maldad del hombre ha arremetido hasta contra su naturaleza.
En un punto antagónico de lo mencionado, amar lo bueno, significa sacrificio, entrega, dar algo de nosotros; y el mundo por el contrario es egoísta; por supuesto que, no quiere dar, sino recibir. La vanidad, la corrupción, el negocio ilícito, la extorsión, obtienen muy buenos dividendos. Hoy vemos que, robar a una persona, puede producir ingresos económicos inmediatos, pero es un hecho de maldad e injusticia que degrada la moral y las buenas costumbres y los pone como reos de juicio delante de Dios.
Ahora, si los profesionales del derecho en el campo que se desenvuelvan aceptan dinero o bienes como soborno para desequilibrar la balanza de la justicia; a más la usura, la ganancia fácil, el perjuicio financiero a otras personas, es maldad e injusticia. Si una persona sale adelante en su negocio o en sus proyectos, pisoteando los demás, tomando ventaja de los demás, es injusticia, es amor al mal.
El dinero no es malo, cómo se consigue y el uso final que a este se le dé, es lo que determina si es bueno o malo. El dinero se debe usar para satisfacer las necesidades básicas, no para vicios, o fornicación, o para vanidad, o para violentar a personas, o para irrumpir en las vidas de los demás, o para acumular y olvidarse de los pobres, todo eso es pecado, y los pone como reos de juicio delante de Dios. Tenemos que orar día a día por nuestro país y por la sociedad en general para que procedan al arrepentimiento y de esta manera pongamos en práctica la necesidad que Jesús nos confronta en su Palabra que, aprendamos a amarnos los unos a los otros para que el mundo vea que somos sus discípulos. El resultado que anhelamos ver al seguir las pisadas de Jesús, es que el prójimo experimente gozo, paz, ayuda mutua, salud, bienestar, Shalom.