Deuteronomio 6:6-7 “Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. 7 Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”. NVI
Por: Pst. David Agustín Pérez Vera
Las familias forman la sociedad de una nación, en otras palabras, son el núcleo de la sociedad. Tal cómo están las familias está la sociedad y la nación, el Eterno quiere que pongamos atención a Su Palabra. Que las escuchemos y que las “grabemos” en nuestro corazón. Que además enseñemos a nuestros hijos de la Palabra y los instruyamos conforme a lo que está escrito. ¡Qué gran responsabilidad para los padres!
En tal sentido, no está preguntando el Eterno si regresas cansado del trabajo y por eso ya no les hablas de Él a tus hijos. Te está diciendo que debes inculcar a tus hijos en Su Palabra. También debemos reflexionar sobre nuestros primeros y últimos actos del día. ¿Qué haces cuando te levantas? ¿Quejarte y querer dormir más? ¿Qué haces cuando te vas a dormir? ¿En tu casa hablas de Dios? ¿O prefieren evitar conflictos y nadie dice nada? Algunas personas tienen un concepto del cristiano como alguien que sabe mucho de Dios, ¡Qué triste que nuestro testimonio se quede ahí! No se trata de “saber” de la Biblia y nada más.
Amados hermanos y amigos, de lo que se trata, es de “vivir” conforme a la Palabra bendita de Dios. Qué diferente sería que el concepto del cristiano fuera: “esa persona vive diferente”. Que da al Eterno el lugar que le corresponde, es decir lo que antecede a cualquier lugar, la preminencia sobre todas las cosas. Por eso, aprendamos de Su Palabra, estudiémosla, meditemos en ella, grabémosla en nuestro corazón para que la recordemos en momentos difíciles e incluso para poder dar consejo a quien lo necesite.
No permitamos que en nuestro hogar no se hable de la Palabra. Que tu familia (Padres, hermanos o hijos) no se pierdan la oportunidad de escuchar de la Palabra de Dios. ¡Recuerda que Dios está viendo por tu bien! Tú serás bendecido al aprender de su Palabra. Sigamos los pasos de Jesús, nuestro Maestro, Señor, Salvador, Redentor, quien, en todo tiempo, siempre utilizó la Palabra de Dios, a fin de contrarrestar los ataques del enemigo, así como para bendecir, enseñar y fortalecer la vida de todos quienes le seguía. Shalom.