Filipenses 4:11 “He aprendido a contentarme cualquiera que sea mi situación”.
Por: Marianella Layana de Jácome
Es bien conocido que cuando el apóstol Pablo escribió este versículo, se encontraba en una situación extrema, aquí nos da un ejemplo sorprendente de madurez espiritual cuando dice que ha aprendido a estar contento en cualquier situación. No se trata de una alegría pasajera o de ignorar las dificultades, sino de una paz profunda que solo nace de la confianza en Dios.
Pablo comprendió que la vida está llena de altibajos: A veces, experimentó la abundancia, otras la pobreza, a veces momentos de bienestar, otras de sufrimiento. Pero en todas esas circunstancias, él confiaba en que Dios estaba obrando para su bien y para que sea glorificado su nombre.
Esta verdad nos desafía a nosotros hoy. Cuando enfrentamos dificultades, ¿nos dejamos vencer por la ansiedad o la frustración? ¿O podemos, como Pablo, aprender a estar tranquilos y confiados porque sabemos que Dios está al control de todo?.
Dios promete suplir todas nuestras necesidades. Cuando estamos conformes, cuando somos agradecidos, reconocemos la soberanía de Dios en nuestras vidas y eso lo glorifica a Él. Pero si estamos descontentos, y la queja se apodera de nosotros estamos pecando y cuestionando la sabiduría y voluntad de Dios. Esa actitud no glorifica al Padre.
El contentamiento no significa que nos convirtamos en personas conformistas o que vivamos en resignación, sino que vivamos en entrega y confianza absoluta al plan de Dios, sabiendo que Él usa cada experiencia por más difícil que sea para moldearnos y acercarnos más a Él.
Gracias Padre porque tú usas todo, para nuestro bien y para gloria de tu Nombre, Amén.