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Mateo 20:28 “Así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.

Por: Marianella Layana de Jácome

Jesús, siendo el Hijo de Dios, eligió el camino del servicio. Su ejemplo no fue solo para líderes o discípulos, sino también para quienes hemos sido unidos en matrimonio.

Un matrimonio centrado en Jesús glorifica al Padre. No fue creado solo para la felicidad personal, sino para reflejar el amor de Cristo por su Iglesia. Como pareja, estamos llamados a servir juntos al Señor.

Las corrientes del feminismo y del machismo han distorsionado la visión del matrimonio, presentando el servicio mutuo como algo denigrante o débil. Pero desde la perspectiva de Dios, el servicio en el matrimonio no es una señal de inferioridad, sino una expresión poderosa de amor y humildad, que fortalece la unidad y pone a Cristo en el centro del hogar.

Amar como Cristo implica hacerlo incondicionalmente, con humildad, perdonando y siendo fieles incluso en la dificultad. 

Vivimos tiempos difíciles, incluso dentro del pueblo de Dios. El aumento de divorcios cristianos es preocupante, da mal testimonio y deshonra el pacto hecho delante de Dios. Hoy, cambiar de esposo o esposa se ha vuelto común, ignorando las consecuencias espirituales y el daño emocional a los hijos.

Pero nosotros, como hijos de Dios, estamos llamados a vivir diferente. El matrimonio, según el corazón de Dios, no es un contrato temporal, sino un pacto santo de amor, fidelidad y compromiso eterno.

Cuando nuestro matrimonio vive en oración, perdón y entrega diaria, glorificamos a nuestro Padre. Un matrimonio que persevera y decide amar como Cristo, es testimonio vivo del amor más grande, fiel y puro: El amor de Dios.

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