Génesis 39:2-3 “Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio.y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano.”
Por: Marianella Layana de Jácome
Todos conocemos que la vida de José no fue fácil. Desde joven, fue rechazado por sus propios hermanos. Sin embargo, en cada situación, José mantuvo una actitud de fidelidad y confianza en Dios, glorificandolo en medio de la traición, el sufrimiento y la injusticia. Parece algo imposible, pero José nos muestra que no lo es.
Fue vendido como esclavo, José no dejó que la amargura lo controlara. En la casa de Potifar trabajó con honestidad y dedicación, y Dios bendijo todo lo que hacía. Su forma de ser mostraba tanto a Dios que su amo confiaba completamente en él. En lugar de alejarse de Dios por su sufrimiento, José siguió fiel y lo honró en todo momento, incluso en tiempos difíciles.
Fue encarcelado injustamente, no se quejó ni se rebeló. Fue un canal de bendición para quienes lo rodeaban. Fue fiel, pasó interpretando sueños y ayudando a otros. José no necesitaba estar fuera de la cárcel para glorificar a Dios; lo hacía desde cualquier lugar donde se encontraba.
Finalmente, Dios lo exaltó, poniéndolo como segundo al mando en todo Egipto. Cuando sus hermanos llegaron buscando comida, José no se vengó. Él glorificó a Dios teniendo un corazón misericordioso sin rencores. Y reconoció que Dios había usado todo lo que le ocurrió para un propósito mayor. La fidelidad a Dios no depende de nuestras circunstancias. Podemos glorificarlo en la escasez y en la abundancia, en la prisión y en el palacio.
Cuando mantenemos a Dios en el centro, Él puede usar incluso lo más doloroso de nuestras vidas para bendecirnos.