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Gálatas 4:19 “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros”.

Por: Walter Encalada Pazmiño 

En el comienzo de mi vida escolar, el evangelismo como religión, era casi desconocida, la religión mayoritaria que predominaba en mi ciudad era la iglesia universal que predomina al mundo. En mi instrucción escolar no se hablaba de Dios como el centro de una vida nueva en Cristo Jesús. 

Nuestra relación con Dios estaba limitada a esa influencia, nos hablaban del amor de Dios en forma general,  cuando asistíamos a la iglesia cada domingo, en compañía de toda mi familia, esta práctica  cristiana se desarrollaba bajo la enseñanzas de un clérigo, quien de forma programada iba desarrollando el mensaje dominical, no se necesitaba la biblia, solo nos limitábamos a escuchar el mensaje, no conocíamos la Palabra de Dios, en su mensaje dominical expuesto a los oyentes se hablaba en forma referencial de la Santa Biblia, de esta manera conocí el cristianismo durante mi niñez, y parte de mi adolescencia, pasaba siempre  escuchando estos mensajes.  

En consecuencia, desconocía que era tener una relación cercana con Dios, y por ende con su Hijo Jesucristo, como nuestro Salvador y menos aún como nuestro Señor. Pero la misericordia de Dios me alcanzó a mí y a mi familia, y antes de contraer matrimonio, pude conocer del gran amor de Dios y de su Hijo Jesús, quien me rescató de una vida alejada de la gracia de Dios, de una vida ignorante de lo más grande que me podría ofrecer mí Señor, una salvación que me permitía pasar de muerte a vida, de la oscuridad a la luz, de esclavo a libre, y bajo esta cobertura, mi  matrimonio fue bendecido por Dios, gracias a Él nos ha mantenido unidos hasta el día de hoy, gozándonos de sus bendiciones, conforme a sus riquezas en gloria, Amén. 

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