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Isaías 55:10-11“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié”. 

Por: Walter Encalada Pazmiño 

Cómo llama y salva Dios a los pecadores perdidos? ¡Por el poder de su Palabra!. La Palabra de Dios es semilla. Así como la lluvia y la nieve nunca se desperdician, sino que cumplen sus propósitos, así también su Palabra nunca falla. Cuando Dios habla, ¡Nada permanece igual! En el principio del tiempo, Elohim habló, y el universo fue creado de la nada. 

Y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas. Este modelo continuó a través de toda la Biblia. Cuando Dios reveló Sus planes, las cosas sucedieron exactamente como Dios lo había dicho. Y Dios consideró el resultado como “Bueno”. Filipenses 2:13 dice: “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”. ¡Dios no hace sugerencias!. El habla con la plena determinación de que lo que Él ha dicho…¡Se hará!.

Cuando Jesús habló, lo que Él dijo, ¡Pasó! Los leprosos descubrieron, que una palabra de Jesús, significaba sanación. Lucas 5:13 dice: “Entonces Jesús extendió la mano, lo tocó y le dijo: Quiero. Ya has quedado limpio. Y al instante se le quitó la lepra”.

¿Qué pasa cuando Jesús te habla? ¿Has estado leyendo la Palabra de Dios en tu Biblia, sin experimentar ninguna transformación en tu ser? Jesús condenó a los fariseos porque ellos asumieron, que el conocimiento de la “Palabra Escrita”, les daría vida. Ellos estaban más satisfechos, teniendo “las Palabras”, que experimentando a la “Persona” que escribió las palabras. ¿Cuán poderosa es una Palabra de Dios en tu vida?.

El hombre no puede llegar a Dios por su propio esfuerzo, a través de alguna Torre de Babel. Pero si él recibe la revelación de Dios… que viene del cielo como la lluvia. La lluvia causa que la tierra se vuelva más fructífera.

Las semillas germinan, y dan fruto abundante. La Palabra de Dios es también la semilla. Y cuando la lluvia y la semilla se juntan en el corazón humano, ¡HABRÁ FRUTO!. Señor Jesús, transforma vidas con el poder de tu Palabra, para que puedan comprender el amor grande cuando derramaste tu preciosa sangre para salvar a la humanidad. Que tu Palabra sea el maná que sacie su hambre espiritual, Amén.

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