1 Juan 3:3 “Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
La Palabra de Dios hoy nos recuerda del propósito que tenemos en nuestra vida como cristianos: buscar la purificación y la santidad en nuestra caminata con Dios. Recordemos siempre esta verdad y sigamos avanzando en nuestra transformación diaria, con nuestra mirada puesta en Jesús, el autor de nuestra fe.
La esperanza en Jesús es la clave para este proceso. La esperanza que menciona Juan en este versículo no es una simple expectativa. Se refiere a la seguridad de que, gracias a la obra de Jesús en la cruz, tenemos salvación si creemos en Él; y como regalo la vida eterna, en consecuencia, con la certeza que un día estaremos en el con Él. Tener esta esperanza en Jesús es fundamental para nuestra vida espiritual, pues nos confirma que no estamos solos en este mundo y de que tenemos un propósito mayor en Él.
Es común preguntarse si es posible purificarnos a nosotros mismos. En realidad, somos incapaces de hacerlo por nuestra propia fuerza, pero al tener nuestra esperanza en Jesús, Él nos capacita y nos da las herramientas necesarias para alcanzar esa pureza. También es importante aclarar que la purificación no es un proceso instantáneo, sino que es un camino de transformación permanente.
En cada paso de nuestra vida, podemos encontrar consuelo y guía al recordar que nuestra esperanza está anclada en Jesús, quien es la definición misma de pureza. Cada día es una nueva oportunidad para dejar atrás lo que nos aleja de Él y acercarnos más a su esencia. Así, al mirar hacia el futuro con confianza, permitimos que su amor transforme nuestro ser, llevándonos a ser reflejos de su luz en un mundo que tanto lo necesita, Amén.