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Deuteronomio 32:4 “El es la Roca, cuya obra es perfecta, porque todos sus caminos son rectitud; Dios de verdad, y sin ninguna iniquidad en él; Es justo y recto”.

Por: Nelly Jácome de Pérez 

La Biblia nos enseña que Dios es la Roca. Ese es su nombre. Dios es inamovible. Todas las cosas cambian, pero Dios es estable. Las riquezas aumentan o disminuyen. Nuestra salud mejora o empeora. Las cosas van y vienen, pero “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos.” Amén. (Hebreos 13:8).

Por tanto, Dios es el único que da estabilidad a nuestra vida. Nuestra vida es segura en los brazos de Dios. A nosotros nos pueden mover fácilmente, nos pueden cambiar de un lugar a otro. Pueden trasladarnos de aquí para allá. Pero nuestro Dios es firme. Y es El quien da seguridad a nuestra vida. En medio del tsunami que vemos en el país, Dios nos dice: “Yo soy la Roca” agárrate de mí, por la fe, sabiendo que jamás seremos movidos.

Podemos aprender mucho de los años históricos de Israel vagando por el desierto. Podemos aprender mucho sobre cómo vivir una vida que honre al Señor. Israel cayó en muchas trampas que debemos evitar, y podemos aprender mucho del hermoso carácter de nuestro misericordioso Padre Celestial, quien es la Roca de nuestra salvación: «Su obra es perfecta, porque todos sus caminos son justos. Ciertamente, Él es un Dios de fidelidad, sin injusticia, justo y recto en todos sus caminos».

Pero algunos no tienen a Dios como su Roca. Algunos ponen su fe, su paz, su seguridad, su tranquilidad en los bienes de este mundo (Lucas 12;13-21). El hombre se la parábola tenía como su dios a sus bienes, su roca no era Dios. Hizo tesoros para sí. Creía que era rico, pero realmente era pobre. Lo importante es ser ricos para con Dios. Tener a Dios como nuestra Roca.

Querido Señor, gracias porque eres mi Roca de Salvación, mi ancla firme y mi misericordioso Proveedor, fiel y justo en todos tus caminos, recto y veraz en todo lo que haces. Enséñame más sobre tu hermoso carácter y ayúdame a crecer en la gracia, a amarte más y a vivir por fe y no por vista. Te lo pido en el nombre de Jesús, Amén.

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