Apocalipsis 3:10-11 Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero, para probar a los que moran sobre la tierra. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona.
Escrito Por Dayse Villegas Zambrano
Filadelfia y Esmirna son las dos iglesias de Asia para quienes Jesús tiene palabras de elogio y aliento. Dos iglesias a las que él describe como pobres, atribuladas y con pocas fuerzas, y a pesar de todo eso, fieles.
¿Cuáles eran esas demostraciones de fuerza e influencia de Filadelfia? “Has guardado mi palabra y no has negado mi nombre” (Apocalipsis 3:8). Tal vez Filadelfia no había podido crecer en número ni en captar miembros entre los ricos y poderosos de la ciudad. Jesús no mira eso, sino que paga fidelidad por fidelidad. “Tú has guardado mi palabra, yo también te guardaré”.
El crecimiento de Filadelfia estuvo centrado en la fidelidad y la paciencia. Es para reflexionar. En nuestros tiempos, las medidas de crecimiento de las iglesias suelen ser otras, ustedes las conocen. Jesús no dice nada de ellas en esta carta a Filadelfia, así que tampoco entraremos en ese tema.
En cambio, él demuestra su alianza incondicional con la iglesia que le es fiel. Veamos esas promesas.
“Yo he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar. Yo haré que vengan y se postren a tus pies, y reconozcan que yo te he amado”. Asombroso. “Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero. He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Todo esto por ser fieles. Tal vez, así como hemos bajado el tono a la importancia de la fidelidad, se lo hemos reducido a la importancia de las promesas que Jesús hace en estas cartas. Si entendiéramos lo que él está ofreciendo allí, cuánto crecería nuestra fe. La fidelidad que Jesús espera está descrita no como vivir para tener más, sino en retener lo que tenemos, su palabra, porque esa es nuestra corona.
¿Le parece esto poco ambicioso para nuestra visión como iglesia? Pienso que también le hemos restado importancia a la palabra y a lo que ella hace en nosotros, pues no es un libro que tenemos en casa, sino la manifestación viva y eficaz de Dios entre nosotros, una palabra que crece y se multiplica en nuestras vidas para salvación y perfeccionamiento. Retengamos lo que tenemos.