Apocalipsis 3:20 “He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo”.
Escrito por: Dayami González López
Dios habita en el Kairós (el tiempo de Dios), no en el Cronos (el tiempo humano). Pero el hecho de que Dios habite en la eternidad, que todos los tiempos: pasado, presente y futuro estén delante de Él, no significa que no debamos tomar ciertas decisiones en momentos específicos. Porque hay eventos que marcan un antes y un después en nuestras vidas.
De la misma manera que Cristo murió una vez, en un momento determinado y tras lo cual no fue más necesario los sacrificios de animales, pues su sangre derramada fue para siempre, así mismo nosotros necesitamos ese momento en el cual aceptamos en nuestras vidas ese sacrificio que hizo Dios en la persona de Jesús en la cruz del Calvario.
Como hubo un antes y un después en la humanidad tras ese momento en que Jesús vertió su sangre, existe un antes y un después en nuestras vidas tras el momento de la conversión. Necesitamos evidenciar ese momento de arrepentimiento. Pues antes de eso, Dios nos veía como enemigos. Después de aceptar a Jesús como único y suficiente Salvador, Dios nos ve a través de la sangre de ese cordero y nos hace aceptos en el amado.
No desaprovechemos el tiempo, si aún no has aceptado a Jesús como Señor de tu vida, Él está con los brazos abiertos esperando por ti.