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Apocalipsis 7:10 “y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero”.

Por: Nelly Jácome de Pérez 

Desde el principio, el plan de salvación de Dios siempre ha implicado una estrategia global masiva. El Señor le dijo a Abraham que su pueblo sería “incontable, como las estrellas del cielo y la arena de la orilla del mar” (Génesis 22:17) y que en ellos,  “serán benditas todas las naciones de la tierra”.

Juan describe una inmensa reunión de personas de pie delante del trono del Cordero en el cielo, vestidas con ropas blancas y celebrando gozosamente con palmas mientras adoraban a Dios en voz alta. ¿Quiénes son estas personas multiétnicas, culturalmente diversas y multilingües de cada nación, tribu e idioma?. La respuesta se da en Apocalipsis 7:14 : “Estos son los que han salido de la gran tribulación; han lavado sus ropas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero”. Esta vasta multitud de todas las naciones, tribus y lenguas sufrió hambre, sed, privaciones extremas y persecución durante la Gran Tribulación (Apocalipsis 6:5–6 ; 13:16–17). 

En consecuencia, podemos observar la importancia que tiene la salvación de Dios y su Hijo Jesucristo, representado por el Cordero. A través de sus sacrificios, ambos son los únicos capaces de otorgar la salvación a la humanidad y cumplir con el propósito por el cual fueron enviados a la Tierra. Por lo tanto, reconocer su trabajo es indispensable para recibir la gracia divina.

En un mundo lleno de problemas y adversidades, resulta fundamental tener una fe y confianza en Dios y su Hijo. Este versículo nos recuerda que la salvación es obra divina y que debemos estar agradecidos por ella. A través del reconocimiento y alabanza a ambos, somos capaces de fortalecer nuestra fe, confiar en su voluntad y recibir su ayuda en momentos de difícil.

En medio de nuestras luchas diarias, recordar que hay un amor eterno que nos abraza resulta reconfortante. Este reconocimiento no solo enriquece nuestra espiritualidad, sino que también nos llena de esperanza y fortaleza para vivir cada día con gratitud y amor, Amén.

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