Colosenses 1:13-14 “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
Este pasaje habla de dos reinos. Un primer reino donde reinan las tinieblas y un segundo reino donde reina el Hijo amado. El reino de las “tinieblas” impide ver el valor del Hijo. El reino de las tinieblas apaga, desdibuja u oscurece el atractivo del otro reino, el del Hijo Amado (2 Corintios 4:4). Las “tinieblas” es todo lo que oscurece la belleza de Jesús; es cualquier cosa que eclipsa su valor; eso enturbia su atractivo.
El reino de la oscuridad es un reino controlado por el pecado y la rebelión contra Dios (Juan 3:19). Pero el reino de Cristo es el nuevo hogar de los creyentes. Dios nos traslada de nuestro país de origen para convertirnos en “ciudadanos del cielo” (Filipenses 3:20) y “miembros de la familia de Dios” (Efesios 2:19). Somos rescatados del dominio peligroso y mortal de las tinieblas y trasladados a la luz gloriosa y a la comunión del reino de Dios, donde Jesucristo gobierna y reina (1 Juan 1:7).
Jesús es “la luz del mundo”, y quienes le siguen “no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12). Cristo da Su “luz a los que están en oscuridad y en sombra de muerte” (Lucas 1:79). Si recibimos el don de la salvación de Dios en Jesucristo, pasamos “de muerte a vida” (Juan 5:24). En Su misericordia, amor y gracia, Dios Padre, por medio de Jesús, Su Hijo, nos saca de la esclavitud del pecado y de la muerte en el reino de la oscuridad y nos traslada a la luz eterna y a la libertad del reino de Cristo.
Seamos agradecidos cada día, como hijos de Dios, por la maravillosa Obra del Dios Trino, en el que Dios el Padre planea y predestina en Cristo la redención, Dios Hijo la lleva a cabo en el cumplimiento perfecto del tiempo, pagando el precio y Dios el Espíritu Santo nos guía a esta verdad, revelándola y aplicándola para hacerla real en nuestras vidas. Está caminando en el reino del Hijo amado?, viviendo en su voluntad, que es buena, agradable y perfecta, Amén.