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Colosenses 1:28 “A quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús a todo hombre”.

Escrito Por: Ps. David Pérez Vera 

El ejemplo del anhelo del apóstol Pablo, para con sus hermanos en Colosas es muy conmovedor, considerando, su amor por sus hermanos al compartir el Evangelio, las buenas nuevas noticias de Salvación, la cual, era una tarea de cada día de su vida, al vivir en obediencia al mandato del Señor Jesucristo dado en Mateo 28:19Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo”. Para el cumplimiento de esta hermosa tarea, el apóstol se llenaba cada día de la presencia de Dios, lo que redundaba en su vida con la sabiduría de lo Alto, para presentar con excelencia ese mensaje poderoso de salvación. 

Lo que nos llama la atención en este texto bíblico y su contexto, es que el trabajo discipular es necesario dentro del proceso de crecimiento de nuestros hermanos en la fe, en razón que se nos presenta el anuncio del mensaje de Salvación. La amonestación de no tomar esa nueva vida en poco, de ayudar para ello con una enseñanza espiritual que viene precisamente llena de la Sabiduría divina, como toda buena dádiva, que sólo proviene de lo Alto, de la mano de nuestro Padre Celestial, a fin de que se puedan presentar al final del día nuestros hermanos, amigos e hijos en la fe, delante de Cristo en madurez espiritual, reflejando el crecimiento espiritual al cual estamos llamados a vivir para nuestra multiplicación.

En base a todo este hermoso antecedente, se hace imperante considerar, ¿cómo está nuestra propia vida?, claro que, el apóstol Pablo, sabía que, para servir de esta manera anhelada a su prójimo, era necesario que su vida este llena del Espíritu Santo de Dios, evidenciando fruto digno de arrepentimiento para ejercer con autoridad todos los pasos de este proceso. Si nos preguntamos hoy, ¿estamos conscientes de nuestro estilo de vida? ¿de nuestro testimonio?, antes que pensar en nuestra tarea para con el prójimo, pensar si nuestra vida le agrada al Eterno. Tomémonos unos minutos y reflexiones en nuestra vida, ¿honra a Dios? ¿le complace a Dios? ¿le agrada a Dios nuestro servicio y adoración? Busquemos confiadamente el Trono de la Gracia y confesemos nuestros pecados y presentemos al Eterno por medio de nuestro Señor Jesucristo todos los obstáculos que impiden que nuestra vida crezca espiritualmente, Shalom.

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