Colosenses 3:12-14 “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.”
Escrito Por: Ericka Herrera de Avendaño.
En la carta a los Colosenses, el apóstol Pablo nos insta a vestirnos con cualidades que reflejen el carácter de Dios. Nos dice que, como escogidos de Dios, debemos ponernos la vestimenta de la misericordia, la benignidad, la humildad, la mansedumbre y la paciencia. Estas virtudes nos capacitan para vivir en unidad y amor, permitiéndonos perdonar y soportarnos unos a otros.
Cuando nos vestimos con la humildad, reconocemos que no somos superiores a los demás. Nos volvemos sensibles a las necesidades de los demás y buscamos su bienestar por encima de nuestros propios intereses. La humildad nos ayuda a despojarnos del orgullo y a valorar a todas las personas como seres creados a imagen de Dios.
La mansedumbre nos permite responder con suavidad y compasión en lugar de reaccionar con ira o agresión. Nos ayuda a mantener el control de nuestras emociones y a tratar a los demás con ternura y respeto. La paciencia nos capacita para perseverar y soportar las dificultades, manteniendo una actitud de calma y confianza en Dios.
El perdón es un componente vital, Como Cristo nos ha perdonado, debemos perdonar a los demás. El perdón nos libera del peso del resentimiento y nos permite vivir en armonía y restauración. Al perdonar, demostramos el amor y la gracia de Dios, extendiendo a otros la misma misericordia que hemos recibido.
Por encima de todas estas virtudes, debemos vestirnos de amor, que es el vínculo perfecto. El amor es lo que une todas las demás cualidades en un lazo fuerte y duradero. Es el amor de Dios en nosotros que nos capacita para amar a los demás de manera incondicional, mostrando compasión, comprensión y sacrificio.
Hoy, le invito a reflexionar sobre ¿Cómo está vistiéndose espiritualmente?. ¿Está cubierto con la vestimenta de la humildad, la mansedumbre y el perdón en sus relaciones con los demás? ¿Está permitiendo que el amor de Dios le envuelva y guíe sus interacciones diarias?
Oremos para que el Espíritu Santo nos capacite para vestirnos con las cualidades que nos exhorta Pablo en Colosenses 3:12-14. Que busquemos vivir en unidad y amor, perdonando y soportándonos mutuamente. Que nuestras vidas reflejen el carácter de Dios y que seamos instrumentos de su amor y gracia en el mundo. Que, al vestirnos con humildad y amor, seamos un testimonio vivo del poder transformador de Cristo en nuestras vidas.