Colosenses 3:12 “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia”.
Por: Walter Encalada Pazmiño
El propósito de Dios es reunir a todos sus hijos, en el cuerpo de Cristo que es su Iglesia. Es el único cuerpo que se va formando a través del tiempo, hasta cuando Cristo venga en gloria a llevarse a su pueblo a las moradas celestiales.
El apóstol Pablo señala, la conformación de la Iglesia del Señor, el llamado de Dios a todo inconverso continua, es deseo del Padre que nadie se pierda, y que todos alcancen la salvación hasta cuando las puertas del cielo se cierren dando inicio a su juicio eterno.
Este pueblo escogido por Dios, conforma la iglesia del Señor, sus integrantes deben estar revestidos de humildad y mansedumbre (Colosenses 3:12 “Vestíos pues como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de Benignidad, de humildad, de mansedumbre de paciencia).
La paciencia es un carácter que distingue y mantiene la unidad de la iglesia del Señor, la paciencia siempre es necesaria para proclamar en amor, el mensaje de salvación a todas las personas que no han tomado la decisión de aceptar a Cristo como su Salvador, esta virtud también nos ayuda a tomar con calma decisiones difíciles y resolver conflictos internos dentro de nuestras iglesias.
En las reuniones propias de cada congregación, nuestro comportamiento debe estar revestido de mucha paciencia con todos los hermanos, se incluye a esto la tolerancia mutua entre hermanos en Cristo en el campo secular, cada hijo de Dios debe siempre manifestar la paciencia y tolerancia como buenos hijos de Dios.
Estas cualidades propenden a la unidad en la iglesia, por lo tanto, es deber de toda congregación practicarlas y a su vez mantenerlas en la iglesia, a fin de que emulen las enseñanzas de Jesucristo, el cual desea el crecimiento y desarrollo de Su cuerpo manteniendo la unidad.