Colosenses 5:16 “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.
Por: Ericka Herrera de Avendaño
Nuestro testimonio es una de las herramientas más poderosas para proclamar a Jesús. No siempre las palabras son suficientes; la manera en que vivimos habla más fuerte que cualquier discurso. Jesús nos llama a ser luz en un mundo lleno de oscuridad, reflejando su amor, su gracia y su verdad en todo lo que hacemos.
Cada día, las personas nos observan. Observan cómo reaccionamos ante los problemas, cómo tratamos a los demás y cómo vivimos nuestra fe. Un creyente que refleja a Cristo con su vida despierta en otros el deseo de conocerle. Por el contrario, si nuestro testimonio es incoherente con el evangelio que predicamos, podemos alejarlos en lugar de acercarlos a Dios.
Ser luz no significa ser perfectos, sino vivir de manera auténtica y transformada por Cristo. Implica actuar con integridad, perdonar, amar a quienes nos rodean y demostrar esperanza incluso en medio de las pruebas. No se trata solo de asistir a la iglesia o hablar de Dios, sino de encarnar el evangelio en nuestra vida diaria.
Cuando mostramos compasión, servimos con humildad y vivimos en santidad, glorificamos a nuestro Dios. Nuestro objetivo no es recibir reconocimiento, sino que las personas vean a Cristo en nosotros. Señor Jesús ayúdame a ser un testimonio vivo de tu amor y tu poder transformador. Que mis palabras y acciones reflejen tu luz y acerquen a otros a ti. Dame la gracia para vivir con integridad y ser un fiel embajador de tu reino, Amén.