Daniel 3:28 “Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios”.
Por: Marianella Layana de Jácome
Sadrac, Mesac y Abednego vivían lejos de su hogar, rodeados de una cultura que no adoraba a Dios. A pesar de la presión, ellos no cambiaron su fe. Decidieron obedecer a Dios, aunque eso les costara la vida. No dieron excusas, ni buscaron una salida fácil. Simplemente se mantuvieron firmes.
Aunque no sabían si Dios los salvaría físicamente, confiaban en que Él era digno de su obediencia. Este fue uno de los milagros más impresionantes del Antiguo Testamento el rescate sobrenatural de estos 3 jóvenes del horno de fuego y un rey pagano, orgulloso y poderoso como Nabucodonosor termina reconociendo la gloria del Dios verdadero. Sus palabras fueron claras: “No hay dios que pueda librar como este” (Daniel 3:29).
Lo más increíble es que ellos no dieron un discurso, no contaban con tarimas ni micrófonos, ni trataron de convencer a nadie. Fue su forma de vivir y su fidelidad lo que habló por ellos. Su testimonio cambió corazones sin usar palabras. Podemos mostrar a Dios con nuestra forma de vivir Cuando elegimos hacer lo correcto, aunque sea difícil, cuando decidimos perdonar, cuando servimos sin buscar reconocimiento, cuando tenemos paz aun en medio del dolor. Estos 3 jóvenes eligieron honrar a Dios antes que salvar sus propias vidas. No se doblegaron, no se vendieron. En un mundo lleno de hipocresía y de maldad como en el que vivimos, el testimonio de un auténtico Hjo de Dios, tiene poder. Es una forma de predicación silenciosa, pero efectiva que puede llevar a otros a preguntarse: ¿Qué tiene esa persona que lo hace tan diferente y que yo no lo tengo? Y ahí es donde Dios es glorificado.