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Daniel 9:23 “Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado”.

Por: Nelly Jácome de Pérez

A lo largo del libro de Daniel, vemos que él siempre buscó sabiduría y entendimiento (Dan. 1:4; 1:17-20; 2:21). Pero no solo le fue dado conocimiento del mundo, sino también sabiduría y revelación divina.

Daniel procuró entender la profecía de Jeremías sobre los 70 años, y le fue dado aún mayor entendimiento sobre los tiempos de Dios. Daniel se encontraba escudriñando la Palabra de Dios, a la par que oraba y ayunaba. Daniel recibió una respuesta inmediata a su oración, Dios le envió un mensajero. Mientras clamaba, en el tiempo que duro su oración, el varón Gabriel ya estaba de pie ante Daniel.

Recordemos que el Señor Dios ha prometido, en Isaías 65:24, “Antes que clamen, yo responderé; mientras aún estén hablando, yo habré oído”. Nuestras oraciones en la voluntad de Dios y humillados ante su trono de la gracia, no tendrán estorbo para ser contestadas, inmediatamente.

Pero Daniel era “muy amado” en el cielo. Esto es maravilloso. El creyente en Cristo Jesús es visto por Dios estando en Cristo. De acuerdo con la carta a los Efesios capítulo 1, versículo 6, si somos aceptos en el Amado, es decir, en Cristo, de esa manera el creyente es amado en el cielo porque se encuentra en Cristo, unido a Cristo. Somos amados porque Jesús habita en nuestros corazones, hemos sido sellados por el Espíritu Santo de Dios.

No limite su tiempo de oración con Dios, derrame su alma pidiendo perdón por sus pecados y por los de su familia, su país, su ciudad, etc,. Daniel intercedió por su pueblo, él no había pecado, pero hizo propio el pecado de ellos para poder alcanzar misericordia por parte de Dios. La misma actitud que asumió Jesús, en la cruz del calvario por nuestros pecados.

Daniel sabía cómo orar. Había leído las palabras de Dios y había creído en ellas. Cuando oraba, ayunaba, confesaba sus pecados y suplicaba a Dios que le revelara su voluntad. Oraba con una entrega completa a Dios y era totalmente receptivo a lo que Dios le dijera. Cuando usted ora, ¿le habla a Dios con franqueza? Examine su actitud. Hable a Dios franca y sinceramente. Dios contestó la oración de Daniel, y puede contestar también la suya. No dude, el Padre Celestial y nos revelará los últimos tiempos en que nos encontramos, para vivir santa y piadosamente, esperando su venida, Maranatha ¡Cristo Viene pronto!.

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