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Eclesiastés 3:1 “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora”.

Escrito por: Dayami González López

Esperar el tiempo de Dios para tomar cualquier decisión en nuestras vidas, es uno de los procesos que más dependencia de Dios demanda en nuestro diario vivir. No es algo que nos acontezca sólo a nosotros, o que sea propio de estos tiempos en que pareciera que la vida va muy rápido. 

En Josué capítulos 6 al 8, podemos ver una historia bíblica que nos recuerda la importancia de esperar en Dios, aunque no entendamos su actuar en el momento. Cuando el pueblo de Dios, liderado por Josué, fue a tomar la tierra de Jericó, Dios les dijo que no tomaran nada de esa tierra. Un hombre, llamado Acán escogió tomar del anatema (aquello que Dios había llamado malo) pues escogió ver lo que tenía delante de sus ojos, antes que el mandamiento de Dios. El final de la historia de Acán es que ni siquiera pudo disfrutarlo, pues le fue quitada la vida por su desobediencia 

Muy poco tiempo después Dios les vuelve a indicar que tomen otra ciudad, Hai, pero en esta ocasión pueden hacer posesión de las pertenencias. Si Acán hubiera esperado para disfrutar la bendición de Dios, en el tiempo de Dios, bajo las normas de Dios, hubiera podido realmente disfrutar de eso que tanto anhelaba. 

No debemos ante nuestra necesidad, del tipo que sea, tomar un atajo, desobedeciendo a Dios, pues el privilegio de ser bendecido por nuestro buen Dios, va de la mano con primero ser obediente a su mandato.

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