Efesios 1:7 “En él tenemos redención mediante su sangre, el perdón de nuestros pecados según las riquezas de su gracia”.
Por: Walter Encalada Pazmiño
El Hijo redime
El Verbo encarnado nos redime, Él compra a la Iglesia, rescatándola de la esclavitud del pecado y al precio de su propia sangre (Juan 10:11, Romanos 5:8-10, Gálatas 2:20).
La iglesia es de propiedad divina (Mateo 16:18), siendo por lo tanto el único mediador entre Dios y los hombres (1 Timoteo 2:5). Cristo es el enlace, el único puente de salvación entre el hombre pecador y nuestro Dios misericordioso, Él es el único camino al Padre (Juan 14:6), Él es la puerta (Juan 10:7-9), la única puerta que permite el acceso al Padre y a los bienes salvíficos, por la fe en Él muchos recibieron la palabra (Hechos 2:41) y fueron añadidos cada día a la Iglesia.
A los que no son salvos, no importa su condición Cristo sigue llamando y ofreciendo su amor y perdón, no importa en la situación en que se encuentren, Él lo recibirá sin importar su condición, sanará todo dolor o espíritu quebrantado y será parte de su redil. Si mantenemos el concepto bíblico de iglesia, como una congregación de fieles, no puede ser la puerta del redil por ser ella mismo el rebaño de la congregación; Hechos 2:47 nos dice que el Señor añade a la iglesia los que han de ser salvos.
Padre nos acercamos ante ti para pedirte que perdones nuestros pecados, limpia todo pecado cometido ante ti, lávalo con la preciosa sangre de tu Hijo, ayúdanos a estar firmes en tus caminos y líbranos de todo mal, Amén.