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Efesios 4:2-3 Con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.”

Escrito Por: Ericka Herrera de Avendaño.

El pasaje de hoy nos invita a crecer en amor y unidad como cuerpo de Cristo. El apóstol Pablo nos exhorta a vivir de una manera que refleje las características del amor de Dios en nuestras relaciones con los demás creyentes. Estas cualidades incluyen humildad, mansedumbre, paciencia y un corazón comprometido con la unidad y la paz.

Pablo nos anima a ser humildes y mansos en nuestras interacciones con los demás. La humildad nos ayuda a reconocer que no somos superiores a nadie y nos permite servir y amar a los demás sin egoísmo ni orgullo. La mansedumbre, por su parte, nos capacita para responder con suavidad y bondad, incluso en situaciones desafiantes.

Además, somos llamados a soportarnos mutuamente con paciencia en amor. Reconocemos que cada persona tiene sus propias debilidades y luchas, y en lugar de juzgar o criticar, debemos mostrar compasión y apoyo. La paciencia nos permite caminar junto a nuestros hermanos, brindándoles ánimo y esperanza en el camino.

Sin embargo, el crecimiento en amor y unidad requiere un esfuerzo consciente. Debemos estar solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Esto implica tomar la iniciativa para preservar la unidad en medio de nuestras diferencias, conflictos y desafíos. Busquemos la paz y la armonía, manteniendo la comunión con el Espíritu Santo como nuestro guía.

La unidad que se nos llama a guardar no es una unidad superficial, sino una unidad fundamentada en la verdad y el propósito divino. Somos un solo cuerpo en Cristo y nuestro testimonio al mundo depende de nuestra capacidad de amarnos y respetarnos mutuamente.

Hoy, comprometámonos a crecer en amor y unidad. Que la humildad, la mansedumbre y la paciencia sean nuestras características distintivas. Que busquemos la unidad en el Espíritu y trabajemos diligentemente para mantenerla. Que nuestras vidas reflejen el amor de Dios y que nuestro testimonio sea poderoso para mostrar el poder transformador de Jesucristo.

Amado Padre, gracias por el llamado a crecer en amor y unidad, ayúdame a ser humilde, manso y paciente en mis relaciones con los demás. Capacítame para guardar la unidad en el Espíritu, buscando la paz y la armonía. Que mi vida refleje tu amor y que juntos como cuerpo de Cristo mostremos tu amor al mundo, en el nombre de Jesús, amén.

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