Efesios 4:4- Un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;
Escrito Por: Jenny Flores de Villavicencio.
Todos los creyentes en Cristo pertenecen a un solo cuerpo, todos se han unido bajo la misma cabeza, que es Cristo, para trabajar en esa unidad y en el servicio a Dios. Pablo hace hincapié en la unidad de la iglesia, el propósito de la iglesia y nuestra responsabilidad como miembros, que nuestra presencia activa en el mundo sea un referente de imitar.
Como cristiano verdadero debe desarrollar estas características que son: la humildad, la mansedumbre, la paciencia, llevándose en armonía unos con otros, derribando todo obstáculo y hostilidades entre los creyentes y teniendo un buen testimonio para aquel que no conoce a Cristo, presentándole el plan de salvación que mediante la cruz, Jesucristo hizo la obra de reconciliación con el Padre.
Pues la vida no está diseñada para el aislamiento, sino para el compañerismo; no para ser indiferentes, sino para tener intimidad con Dios, no estamos aquí en la tierra para servirnos a nuestros intereses, sino para servir a Dios y a los demás.
Que nuestra mayor satisfacción sea servir en unidad como Cuerpo de Cristo, en un solo cuerpo, aunque somos muchos miembros y tenemos muchos dones, no todos son iguales, pero somos uno en el cuerpo que debe trabajar, en un mismo sentir con la guía del Espíritu Santo, que es quien puede producir esa unidad, y el deseo ferviente de servir en obediencia al llamado que tenemos todo creyente.
La vida cristiana no se trata de pertenecer a una determinada organización, dónde hacer vida social con reuniones tradicionales, se trata de una unidad del Espíritu disfrutado por los verdaderos creyentes unidos, en un lazo común de la gracia salvadora de Dios en Cristo Jesús.