Ezequiel 20:41 “Como incienso agradable os aceptaré, cuando os haya sacado de entre los pueblos, y os haya congregado de entre las tierras en que estáis esparcidos; y seré santificado en vosotros a los ojos de las naciones”.
Escrito Por: Ps. David Pérez Vera
En el Antiguo Testamento encontramos simbolismos y expresiones que el Señor utiliza para traer un mensaje de bendición para Su Pueblo. Por esto amados hermanos y amigos, hoy el texto bíblico expresa lo agradable o el uso de la palabra “gustar” según las distintas versiones bíblicas, de acuerdo con la forma legal acostumbrada, no porque el incienso agradara a Dios, sino porque las ceremonias externas no eran una disciplina vana para el pueblo cuando retenía la verdad. Ciertamente, el incienso solo no tiene importancia, pero Dios tangiblemente deseaba testificar que no rechazó los sacrificios que había ordenado.
Por lo tanto, por estas formas de expresión, el Espíritu Santo quiere decir que Dios se contuvo verdaderamente cuando los hombres se acercaron a Él con fe sincera y arrepentimiento, y deseando ser reconciliados, y orando suplicantemente por el perdón por la ingenua confesión del pecado, y mira a Cristo. En ese mismo sentir vemos, el sabor que Moisés en todas partes enseña que era dulce para Dios. Pero como el incienso de la ley era siempre dulce, todo lo demás era ofensivo, como las mismas Escrituras lo atestiguan. El Profeta es claro en lo manifestado al pueblo, por tanto, no añade nada nuevo aquí, sino que confirma su enseñanza dada por el Eterno, que el Todopoderoso se deleita en la adoración pura y sincera de los creyentes, cuando no intentan otra cosa que obedecerle.
Es menester sostener la necesidad de mirar la experiencia del pueblo de Dios en la antigüedad, cuando Israel salió de Egipto, motivo, por el cual nos dice hoy la Palabra, “Te aceptaré con tu dulce olor”, es decir, con respecto a su dulce olor, será literalmente, sabor de reposo, o dicho de otra manera, te aceptaré “como un olor grato”, lo cual, sólo puede ocurrir cuando somos aceptos, justificados al Padre por medio de nuestro Redentor, visto de esta manera, Dios acepta primero la persona en Jesucristo, luego la ofrenda.
Que importante es, que tú y yo vivamos en santidad y consagración a nuestro Padre Celestial, porque con ello representamos al Dios tres veces Santo, como embajadores de Cristo en esta tierra, logrando que, todas las naciones reconozcan Su poder desplegado al restaurarnos y hacernos nuevas criaturas, para que así, la humanidad sea llevada a buscar al Eterno de todo corazón. Shalom, Cristo viene pronto.