Ezequiel 22:30 “Y busqué entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé”.
Escrito por: Dayami González López
La ley de la gravedad es un hecho, ya existe, Dios no la crea para castigar a alguien en el momento que decide lanzarse por la ventana de un edificio. Así mismo los efectos del pecado, Dios no los crea para castigar el pecado. Ellos vienen por la acción de desobedecer y traspasar la ley que Dios puso para protegernos.
Pensando en esto sentí la necesidad de preguntarle a Dios si entonces ya no tendría sentido el arrepentimiento para detener esos efectos del pecado. Dios me llevó al libro de Números 16: 46–48. El pueblo había pecado contra Dios, ya los efectos del pecado habían iniciado: el pueblo comenzó a morir. Pero entonces Aarón, tomó el incensario y comenzó a interceder, haciendo expiación por el pueblo, se puso en el medio del pueblo, entre los muertos y los vivos y los efectos del pecado cesaron.
Cuando Dios encuentra a alguien en la brecha, clamando por el favor y el perdón de Dios, el efecto del pecado sí puede cesar. Del otro lado de la oración intercesora de Aarón quedó lo muerto, lo destruido, la consecuencia del pecado. Pero tras la oración por el perdón y las muestras de arrepentimiento, Dios no sólo hizo cesar los efectos del pecado, sino que trajo vida donde ya había una sentencia de muerte.