Filipenses 1:10-11 “A fin de que seáis sinceros e irreprensibles para el día de Cristo, llenos de frutos de justicia que son por medio de Jesucristo, para gloria y alabanza de Dios”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
¿Cómo se consigue la justicia?. Es un ideal muy grande que en este mundo se aterriza a través de las leyes y las instituciones, y que en nosotros debe materializarse en una conducta justa: hacer con los demás como nos gustaría que hicieran con nosotros.
Esta conducta es resultado de nuestra conexión con Dios, el que comenzó en nosotros una buena obra que se perfecciona hasta el día de Jesucristo. Es resultado del amor de muchas personas que aun sin conocernos hicieron su parte en el evangelio para poder alcanzarnos. Es resultado de las oraciones de aquellos que nos aman y nos han estado encomendando a Dios desde antes de que lo conociéramos. Es resultado de la abundancia de amor. Pablo dice en la introducción a los Filipenses que él ruega que esta iglesia abunde en amor, en ciencia y en todo conocimiento hasta que lleguen a ser capaces de distinguir qué es lo mejor, qué es lo justo.
La conducta justa, más que representarse aquí guerrera, dominante o vengadora, es descrita como “sincera e irreprensible”. Alguien capaz de presentarse ante Cristo en su venida sin tener algo de qué avergonzarse. ¿Vamos entendiendo que esto no es cualquier prueba, verdad?. A cuántos exámenes nos hemos presentado sin estar listos. Escolares. De conducción. Laborales. De salud. Pero este es demasiado importante como para ir sin estar preparados.
No lo conseguiremos en un momento. Así como la santificación es una vida de refinamiento, la justicia se construye en el día a día, a partir de actos sinceros que no tengan reproche. El día en que nos presentemos ante Jesús, dice Pablo, querremos tener en las manos frutos de justicia. Dios no es injusto para pedirnos algo que no podemos. Él no simplemente vendrá para tomarnos por sorpresa y descalificarnos. Es un Dios responsable que está trabajando en nosotros ahora mismo mientras leemos estas líneas. ¡Comprometámonos! Obedezcamos al mandamiento del amor, estudiemos, sirvamos y abundemos en justicia.