Filipenses 2:3 “Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo”.
Por: Walter Encalada Pazmiño
Es posible evitar conflictos, discusiones, malos entendidos hasta divisiones en la casa del Señor, claro que no, la naturaleza pecadora del hombre no puede impedir estas acciones, desde su inicio la Iglesia de Cristo tuvo que afrontar diversos conflictos, siempre estuvieron y están presentes en las congregaciones, en las cartas escritas por el Aposto Pablo y dirigidas a las iglesias, siempre el recomendaba que los hermanos perseveren, en la unidad del espíritu, que estéis perfectamente unidos en una misma mente y un mismo parecer.
Tanta fue esta necesidad, dentro del pueblo de Dios en aquel tiempo que el Apóstol Pablo, por inspiración del Espíritu Santo, destino parte de sus escritos a recomendar que los hermanos dentro del cuerpo de Cristo sean de hablar una misma cosa, y unidos en una mente y en un mismo parecer.
Además de estas recomendaciones, encontramos otro componente para soportarnos los unos a los otros, esto es la “paciencia”, para mantener la unidad del Espíritu en la iglesia del Señor se requiere del esfuerzo de todos, no solo de la pastoral, sino de toda la iglesia, siempre debemos tener presente que su palabra nos llena de sabiduría y paciencia para poder evitar cualquier dardo del enemigo, esto es lo que mantendrá a la Iglesia unida y en paz.
No podemos estar inmóviles ante cualquier amenaza de división, que vaya en contra de la unidad de la iglesia, debemos actuar como dicen las Escrituras, confiando en Dios que nos dará la salida, Salmo 40:1-3 “Pacientemente esperé a Jehová y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. Puso luego en mi boca cantico nuevo, alabanza a nuestro Dios, verán esto muchos, y temerán y confiarán en Jehová”.