Génesis 18:19 “Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él”.
Escrito Por: Nelly Jácome de Pérez
Dios llamo a Abraham con un propósito, es decir, para que fuese el padre de una gran nación (Génesis 12:2). Pero el cumplimiento de este propósito estaba directamente relacionado con su vida familiar, en un contexto educacional. La principal función de Abraham, era conducir a sus hijos en la instrucción de un Dios Eterno con el cual él había tenido un encuentro y había establecido con él un pacto.
Esto no sólo indicaba el papel único de Abraham en el plan soberano de Dios, y confirmaba una vez más su pacto con el patriarca; sino que también tenía un propósito didáctico. Abraham, y en consecuencia sus descendientes, debían conocer la justicia de Dios. Dios será fiel a la casa de Abraham porque de su casa saldrá la simiente, la descendencia hasta llegar al Mesías prometido para salvación del mundo.
Dios sabe y conoce el corazón de Abraham y sabe que Abraham es ahora un hombre de fe. Sabe que instruirá a su generación a guardar el camino de Dios, a practicar la justicia porque hay una promesa de fidelidad de Dios sobre ellos.
La expresión después de él también debe notarse; por lo cual se nos enseña que no solo debemos cuidar a nuestras familias, gobernarlas debidamente, mientras vivimos; sino que debemos ser diligentes en transmitir la verdad de Dios, que está en su Palabra, la misma que es eterna, viva y florezca después de nuestra muerte; y que así, cuando hayamos partido, el legado piadoso dejado a la posteridad un curso de vida sagrado puede sobrevivir y permanecer.
Es deber de los padres aplicarse diligentemente al trabajo de comunicar lo que han aprendido del Señor a sus hijos. De esta manera, la verdad de Dios debe ser propagada por nosotros, para que nadie pueda retener su conocimiento para su propio uso privado; sino que cada uno pueda edificar a otros, de acuerdo con su propia vocación, y según la medida de su fe y gracia.
¡Cuánto nos falta ser como Abraham! ¿Será que Dios también sabe que en nuestros corazones está el deseo de guardar su camino y que nuestros hijos y nietos también lo hagan? ¿Será que nos parecemos un poquito a Abraham? Ciertamente deberíamos tratar de tener al menos un poco de la fe de este hombre, a fin de que con nuestra fidelidad y un ejemplo piadoso podamos ser de impacto para la vida nuestros hijos, para que cuando fueren viejos nunca se aparten del temor de Dios, Amén.