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Génesis 31:42 “Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham y temor de Isaac, no estuviera conmigo, de cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios vio mi aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche”. 

Por: David Agustín Pérez Vera

No hay nada más maravilloso, que ver a las familias de generación en generación alabar, adorar y exaltar al Rey de reyes y Señor de señores. En el relato de este día, vemos la presencia de tres generaciones, que evidencian que el Eterno era tan real en sus vidas, que sus descendientes tienen la oportunidad de citarlo, para ejemplificar la vida de aquellos que viven bajo el temor del Eterno. 

Dios en su Palabra manifiesta a su pueblo que Él es Fiel y Justo y guarda su pacto y misericordia hasta mil generaciones. Una particularidad de este relato, es a través de Jacob nieto de Abraham, en donde Él mismo Dios se refería, que era el Dios de su padre Isaac, y antes de él, el Dios de Abraham, y ahora el temor de Isaac, a quien temía y servía con reverencia y temor piadoso, siendo en este momento un adorador de Él. 

En este sentido, Jacob sugiere que a menos que el Dios de su padre haya estado de su lado y lo haya protegido y preservado, así como antes lo había bendecido y prosperado a su ascendencia inmediata. La convicción de Jacob, era que el Eterno estaba con él, así como lo estuvo con su padre y abuelo, por eso lo manifiesta así: “Dios ha visto mi aflicción y el trabajo de mis manos”, es decir, las dificultades soportadas al servicio de su tío Labán, pero a pesar de todo, este hombre pudo avanzar hacia su meta, porque el Eterno estaba con él y lo prosperaba en todo lo que emprendía. 

Amado hermano y amigo, recuerde que cuando Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros? Nadie. Pero para que esto sea real en nuestras vidas, Jesús debe nacer en su corazón como el Señor y Salvador de su vida, a fin de que Él le lleve delante del Padre Eterno, bajo la condición de hijo espiritual. Por eso le animo en esta época de proclamar el anuncio celestial, a que busque de Dios y que sus generaciones venideras experimenten ese mismo gozo de tener al Eterno en sus vidas, Shalom. 

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