Habacuc 3:19 “Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, Y en mis alturas me hace andar”.
Escrito Por: Dayse Villegas Zambrano
¡Aunque no haya nada! Habacuc fue enviado a profetizar castigos para los habitantes de Judá, y al momento de recibir la revelación, él es el primero en protestar ante ese panorama de destrucción. ¿Por qué, Señor, harás esto?.
Sorprendentemente, esa carta que aparentemente trae malas noticias para todos se convierte en un cántico jubiloso. Es la respuesta de un adorador incondicional. Los castigos sucedieron, los siglos pasaron, pero esa última oración sigue vigente entre nosotros.
Aunque no quede nada. ¿Ama usted a Dios aunque no quede nada? La buena noticia es que Dios sí lo ama, aunque en apariencia a usted ya no le quede nada. Él es su fortaleza, un castillo asentado sobre un monte, que no se mueve a conveniencia, sino que ha hecho el firme compromiso de estar ahí para usted, para siempre.
Por cierto, ¿ha visto las ciervas de las que hablaba Habacuc? El íbice de Nubia es tan ligero y grácil que sube a saltos una montaña rocosa o sube a las frágiles ramas de un árbol. Le gusta estar en lo alto.