Hebreos 10:24-25. Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.
Escrito Por:Dilvany Gámez de Moreno
El convivir entre hermanos nos beneficia en gran manera en nuestro crecimiento espiritual, que a veces parece que no se le da la importancia debida, es uno de los actos más visibles que se puede juzgar mal con facilidad. Por otra parte, congregarme es darle el grado de importancia al sacrificio de Jesucristo en la cruz así como también, enriquece mi testimonio de una vida nueva, pues nos mantiene firmes en la fe, a vivir dignamente conforme al llamado que hemos recibido como hijos de Dios.
En efecto, nos ayuda a estimularnos a demostrar el amor y ayudarnos a hacer lo correcto, sobrellevar la carga del uno del otro; cabe agregar, que el estar expuestos constantemente a la Palabra de Dios nos fortalece para crecer en el servicio a los demás, aprender a conocer a los hermanos que me rodean, a gozarme y a llorar con ellos.
Resulta oportuno compartir una ilustración que escuché hace muchos años, una fogata la conforma cierta cantidad de leña o ramas secas, ahora bien, si usted retira de la fogata un tizón (parte de esa leña quemada) del intenso fuego ¿qué sucede? ¿Cuánto tiempo pasara antes que ese tizón se apague?, lo más probable es que no pase mucho tiempo para que se extinga el fuego. Esto es precisamente lo que sucede con su vida espiritual y, por consiguiente, cuando deja de congregarse; sino me expongo al fuego me apagaré y es por ello, que nos exhortamos unos a otros, en la medida de lo posible, no faltar a las actividades de la congregación, tanto más que el día del Señor se acerca. Crecemos y nos multiplicamos en el Espíritu llevando fielmente una vida de congregación con los santos hijos de Dios