Hebreos 10:24-25 y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.
Por: Daniel Mora Jiménez.
Una de las enseñanzas que Jesús dejó a sus discípulos es acerca de la vida en unidad que debían tener entre ellos, es así como lo vemos en la oración que relata Juan 17:22 “Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno”. Por lo cual, el plan divino se centraba en una comunidad que conformara un solo cual del cual Cristo sería la cabeza.
En base a esto, el autor del libro a los Hebreos, nos hace una llamado de atención en cuanto a nuestra vocación dentro del Cuerpo de Cristo, fijando dos cosas en las que debemos animarnos entre nosotros, esto es, en el amor y en las buenas obras. Pero ¿de qué manera podemos lograr aquello?, el mismo texto nos va a señalar dos detalles que debemos observar con mucha atención.
El primero es la vida congregacional, puesto que, no hay otra forma en la que podamos unirnos como un solo cuerpo, sino tenemos un momento en el que nos reunamos y en el que podamos conocernos entre todos, sabiendo que somos parte de una misma familia en la fe. Sin embargo, hay muchos que tienen la costumbre de no integrarse al cuerpo y viven como cristianos solitarios e independientes, como ovejas sin redil buscando alimento en lugares donde solo hay mortandad. El amor de Cristo nos impulsa a vivir en koinonia, por lo tanto, únete a tus hermanos y expresen aquel amor verdadero.
Lo segundo es la exhortación, y no nos referimos a una palabra que destruye o acusa, estamos hablando de un mensaje de aliento y ánimo que debemos dar a nuestros hermanos. Todos hemos pasado por momentos en los que queremos renunciar a todo y perdemos nuestra fe, pero que hermoso es cuando un hermano lleno del amor de Cristo te brinda un mensaje de aliento y te anima a ponerte de pie, y seguir corriendo hacia la meta del supremo llamamiento.