Hebreos 13:16 “Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios.”
Por Ericka Herrera de Avendaño.
El versículo de Hebreos 13:16 nos invita a no olvidarnos de hacer el bien y de ayudarnos mutuamente. Estas palabras nos recuerdan la importancia de vivir una vida de generosidad y servicio hacia los demás. Hacer el bien y compartir son actos de obediencia y adoración que agradan a Dios y traen alegría a nuestras vidas.
En nuestra sociedad egoísta y centrada en uno mismo, es fácil olvidar el llamado a hacer el bien y ayudar a los demás. Pero como seguidores de Cristo, somos llamados a imitar su ejemplo de amor y compasión. Hacer el bien implica poner en acción el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones y buscar el bienestar y la felicidad de aquellos que nos rodean.
El versículo nos habla de la “ayuda mutua”, lo que implica que nos apoyemos y cuidemos los unos a los otros. Estamos llamados a ser una iglesia donde compartimos nuestras cargas, ofrecemos apoyo emocional y material, y nos animamos mutuamente en la fe. Esta ayuda mutua no solo beneficia a los demás, sino que también fortalece nuestra propia fe y nos acerca más a Dios.
Nuestros actos de bondad y generosidad son considerados sacrificios agradables a Dios. Cuando damos de nosotros mismos, renunciando a nuestras comodidades y recursos, demostramos nuestra entrega y obediencia a Dios. Nuestros sacrificios de amor y servicio son un aroma dulce y placentero para Él.
Hoy, le invito a reflexionar sobre cómo puede practicar el hacer el bien y compartir en su vida diaria. ¿Está atento a las necesidades de los demás y dispuesto a brindar ayuda? ¿Está dispuesto a dar su tiempo, recursos y comodidades por el bienestar de otros?.
Oremos para que el Espíritu Santo nos capacite para hacer el bien y compartir con generosidad. Que nuestra iglesia sea un lugar de apoyo mutuo y amor práctico. Que no olvidemos la importancia de ayudarnos unos a otros y hacer el bien en todas las circunstancias. Que nuestros actos de bondad y generosidad reflejen el amor de Dios y traigan alegría y bendición a quienes nos rodean. Que, al hacer el bien, seamos testimonio vivo del amor y la compasión de nuestro Salvador Jesucristo.