Hebreos 13:18 Orad por nosotros; pues confiamos en que tenemos buena conciencia, deseando conducirnos bien en todo.

Por: Dayse Villegas Zambrano

Cuando Jesús oró en Getsemaní, hizo un apartado especial para sus discípulos, aquellos a los que dejaba como líderes de la iglesia. “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal”. “Santifícalos en tu verdad, tu palabra es verdad”. “Para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste” (Juan 17). 

Un fruto especial del discípulo cristiano es la oración, y en este caso, la intercesión por las personas que lideran en el servicio. Oremos por ellos para que tengan una buena conciencia y se conduzcan bien en todo lo que hagan. 

¿Sabe usted cómo se preparó el maestro que lleva la enseñanza el domingo? Tal vez no se lo haya preguntado, pero ore por ese hermano o hermana. 

¿Sabe cómo se arma el presupuesto para las canastas de comida, los donativos de ropa y ayuda a los enfermos? Ore por el equipo que está gestionando y distribuyendo los alimentos. 

¿Sabe si hay suficiente personal en el cuerpo de diáconos y ujieres? Empiece a orar para que este grupo sea fortalecido y dotado para servir cada vez mejor.

Es verdad que las iglesias tienen un ministerio de oración, y esto es necesario. Pero no es cierto que la tarea de orar sea el fuerte de esos miembros únicamente. El ministerio de oración lidera, dando herramientas y dirección para que la iglesia ore de forma unánime, tal como Jesús oró y luego esas oraciones fueron registradas para que nosotros pudiéramos seguir su ejemplo. 

Siga el ejemplo de los hermanos que oran en la iglesia, use los recursos que comparten, únase a las campañas de oración, participe en los cultos de oración, pregunte de qué maneras puede integrarse. La oración sostiene en lo alto al que sirve aquí en la tierra.