Hebreos 13:7 “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe”.
Por: Dayse Villegas Zambrano
Continuando con nuestra meditación acerca de la fidelidad, aquí están nuestros pastores, en plural. ¿Quién lo pastoreó a usted de niño? Yo tengo un recuerdo muy vivo de mi pastor-maestro y de las lecciones que dibujaba en un pizarrón de tiza. Y si conoció a Cristo de adulto, ¿quién lo pastoreó cuando recién llegó a la fe? Cuando todo lo que usted tenía era un genuino arrepentimiento, deseos de empezar una vida nueva, muchas preguntas, y mucho que aprender.
¿Quiénes fueron los pastores de su juventud? Cuando usted tenía todas las fuerzas y el entusiasmo y también cierta tendencia a actuar con impulsividad, a hablar antes de escuchar, a salirse con la suya y a saltarse las reglas.
¿Quién fue el pastor que ofició su boda o presentó a sus hijos o lo visitó en su enfermedad u oró en el funeral de un ser querido? Y quién lo pastorea ahora, fielmente, predicando incluso esos mensajes que usted no tiene tiempo para escuchar, planificando esas jornadas de evangelismo en las que usted no puede acompañar y presidiendo esas oraciones a las que usted no alcanza a sumarse.
Traigamos a la memoria hoy a nuestros pastores. No los dejemos en el olvido. Mostremos fidelidad a la palabra y el ejemplo que nos dieron, aunque ya no estén. Consideremos sus frutos. Imitemos su fe.