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Hebreos 5:8  “y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció”;

Por: Daniel Mora Jiménez 

La Biblia que contiene la Palabra de Dios, nos detalla todo el proceso que vivió nuestro Señor Jesucristo para darnos el maravilloso regalo que por gracia recibimos, su salvación, Filipenses 2:5-11 nos muestra un himno cristológico, que inicia recalcando lo que el evangelio de Juan escribe en su primer capítulo “el Verbo estaba con Dios y era Dios”, pero nos amplía la visión al decirnos que nuestro salvador “no vió su gloria como algo a que aferrarse”, sino que se despojó y tomó  forma de hombre, sometiéndose a obediencia hasta las muerte y no una muerte sencilla u ordinaria, sino una muerte humillante, como era considerada morir en cruz, y no cometiendo pecado, se hizo pecado para que por medio de su sacrificio, fueramos justificados ante el Padre.  

Por todo esto, podemos ver en nuestro Señor Jesucristo, el mejor modelo a seguir en cuanto a la obediencia, porque además que lo demostró con su propio ejemplo al venir a la tierra, sufrió nuestros padecimientos, por ello dice la Palabra de Dios que no tenemos un Sumo Sacerdote el cual no se compadece de nosotros, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado, por lo tanto debemos seguir sus pisadas, aunque nos parezca imposible, pero será posible con la guía del Espíritu Santo, quien mora en nosotros.

La Obediencia de nuestro amado Señor Jesús lo llevo a ser la causa primera de vida eterna para todos los que le obedecen, Él es nuestra fuente de salvación, aquel sacrificio expiatorio que fue ofrecido una sola vez y para siempre, mi justicia y reinvindicación, por lo tanto, sabiendo todas estas cosas ¿Cómo no habremos de amarle?, y ante tanto favor inmerecido que hemos recibido de Dios ¿Cómo no habremos de obedecerle?.

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