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Hebreos 6:1 “Vamos adelante a la perfección”.

Por:  Dayse Villegas Zambrano

Ser fiel es un entrenamiento. Todo el que entrena sabe que iniciar es difícil, y abandonar es muy fácil. Retomar es tanto o más duro que empezar por primera vez, a causa de la pérdida del entusiasmo inicial y de la pereza. 

El autor de Hebreos no escribía a cristianos recién llegados. Hablaba con una comunidad altamente entrenada, de la que se esperaba que fueran maestros, luego de haber aprendido lo que él llama los rudimentos de la doctrina de Cristo: El arrepentimiento, la fe en Dios, el bautismo, la imposición de manos, la resurrección de los muertos y  el juicio eterno. 

Pero la comunidad había sufrido un retroceso. Habiendo aprendido todo eso, se había hecho dura de oído y estaban necesitando empezar de cero. Sus maestros estaban atónitos. ¿Cómo había sucedido esto? Habían recaído en sus viejas costumbres y estaban como al principio. Se habían descuidado,  habían sido negligentes, no unos cuantos, sino  toda la congregación. 

Pero la buena noticia es que hay esperanza, dice el escritor bíblico. Primero, Dios no es injusto. Él no olvida a sus hijos ni el servicio de amor que han hecho en su nombre. Nosotros podríamos ser infieles. Él permanece fiel (2 Timoteo 2:13). 

Segundo, la fidelidad de Dios no depende de la nuestra, pero tampoco nos exonera, al contrario, nos desafía a ser fieles. Esta es la oportunidad de entender lo que significa fidelidad: mostrar la misma solicitud, el mismo afán de servicio, de principio a fin. No ser perezosos, sino imitar a aquellos que nos han dado ejemplo de fe y paciencia (Hebreos 6:12). 

La vida cristiana no es un camino de mediocridad. Es un camino de excelencia. Esto no tiene nada que ver con logros o estatus terrenal. Es un llamado superior. ¡Ánimo! Vamos adelante a la perfección.

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