Hebreos 7:25 “Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”.

Por: Nelly Jácome de Pérez 

El sistema sacerdotal del Antiguo Testamento era limitado y, en última instancia inútil para nuestra salvación. Ningún sacerdote humano, podía ofrecer sacrificios por todos los pecados, ya que no podía vivir lo suficiente para hacerlo.

Cristo Jesús puede “salvar para siempre” a los creyentes, lo que el Antiguo Pacto no podía hacer. Puesto que Cristo Jesús vive para siempre, posee un sacerdocio permanente y, por lo tanto, es “poderoso para salvar eternamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos”. La naturaleza inmutable del sacerdocio de Jesús significa que la salvación que él da también es inmutable, permanente y segura. Esto es fundamental para nuestra seguridad como creyentes, y Jesucristo lo garantiza, Aleluya. 

Qué maravilloso es el amor de Jesús: primero dejó el cielo por nosotros, y en la tierra trabajó, sufrió, murió, en nuestro lugar; luego regresó a la diestra de Dios Padre, a prepararnos morada para que estemos con Él para siempre. Él ve todos nuestros cambios, pero él no cambia; con frecuencia sufre por nuestras incoherencias, pero aun así intercede por nosotros; él se comprometió con nuestra causa cuando no había nada en nosotros que lo motivara o indujera a hacerlo, y todavía está interesado en nosotros, intercede por nosotros, y se regocija en extendernos su misericordia cada día. Jesucristo es el intercesor para la iglesia y para cada creyente. Está entre nosotros y el Padre celestial como nuestro Abogado personal. En este mismo momento el Hijo de Dios está abogando por usted y por mí, ante el trono de Dios. Él es nuestro intercesor divino. Estamos correspondiendo a Su amor incondicional, Él es el Señor de Su vida, Amén.