Hechos 14: 1-4 “No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí, en la casa de mi padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a donde voy, y sabéis el camino”.
Escrito Por: Jackson Villalobos Duarte
Esta gloriosa promesa de parte de nuestro Señor Jesucristo, debe de ser nuestro estandarte para vivir íntegramente ante Él, hasta cuando vayamos a nuestro celeste hogar. A pesar de lo que hayamos vivido en esta vida, nada podrá compararse con el gozo de estar con Cristo eternamente. Las Sagradas Escrituras nos enseña, que todo aquel que confía en el Hijo de Dios no será avergonzado, no será dejado huérfano, porque contamos con la presencia del Espíritu Santo de Dios, una vez que hemos sido sellados por Él como su propiedad, para darnos, guía, consuelo y sostén, en el dolor, angustia y pruebas que podamos enfrentar día a día, hasta el fin.
Por tal motivo, debemos fortalecer nuestra relación con Dios a través de su Palabra, la oración y una vida consagrada a Él, con la certeza que no estamos solos, porque el Espíritu de Dios está en nosotros, con nosotros y por nosotros, para ayudarnos y recordarnos el trabajo que se nos encomendó aquí en la tierra, guardando un testimonio fiel, siendo sal y luz, para aquellos que todavía están en oscuridad, porque no les ha resplandecido la luz de Cristo, a causa del pecado, sin esperanza y un vacío en el alma.
Nosotros somos embajadores de Cristo, para guiar a los sin esperanza hacia la promesa de una vida eterna, “Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” 2 Corintios 5:20.