Hechos 16:31 “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.
Por: Nelly Jácome de Pérez
Pablo y Silas habían ido a Filipos siguiendo la dirección del Espíritu Santo; sin embargo, terminaron en la cárcel de la ciudad. En vez de quejarse, comenzaron a cantar y alabar a Dios hasta que un terremoto milagroso los liberó, y el carcelero que los custodiaba tuvo mucho miedo, al pensar que los presos habían huido, a lo que Pablo le dijo que estaban allí.
Aunque no se registra en la biblia los detalles, que indujo que el carcelero inmediatamente les haya preguntado a estos siervos de Dios qué debía hacer para ser salvo. Se puede deducir que la vida de estos presos hijos de Dios, impactó su vida, por su testimonio fiel, quería conocer a ese Señor que ellos adoraban, a pesar de sus cadenas, quería conocer al Señor que era capaz de producir tan grande gozo y paz a pesar de estar presos en la cárcel. La respuesta fue: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”.
Los planes y propósitos de Dios son perfectos. Pablo y Silas terminaron presos en Filipos porque había un carcelero que necesitaba salvación. No solo él, sino toda su familia; y por este hecho comenzó la iglesia de los filipenses. El carcelero escuchó la Palabra de Dios y creyó. Ese mismo día, toda su familia se bautizó como señal de haber aceptado el mensaje del evangelio.
La respuesta, clara y directa, fue creer en el Señor Jesucristo. Esta fe trae consigo una transformación que no se limita al individuo, sino que tiene el potencial de impactar a toda su familia y comunidad. La fe en Jesús es el comienzo de una nueva vida, una vida que se construye sobre el amor, la paz y la esperanza.
Al creer en Él, no solo encontramos nuestra propia salvación, sino que también nos convertimos en canales de la gracia divina para aquellos que amamos. En un mundo necesitado de redención, esta promesa nos invita a compartir la luz de Cristo con todos, comenzando por nuestro hogar, Amén