Hechos 19:1-7 Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.
Escrito Por Dayse Villegas Zambrano
El libro de los Hechos nos cuenta del crecimiento de la iglesia en el primer siglo, y cómo los apóstoles fueron la primera fuerza asignada por Dios para esa tarea. Uno de esos apóstoles fue Pablo, quien emprendió tres y tal vez cuatro viajes misioneros por Asia Menor y Europa, predicando, enseñando y confirmando a los discípulos.
Este pasaje nos enseña sobre el trato a los discípulos. Pablo encontró un grupo que, por así decirlo, no estaba al día en sus estudios, no había recibido completo el material, no se había graduado, pues solo habían oído la predicación preparatoria de Juan y se habían bautizado como señal de arrepentimiento, pero les faltaba oír el mensaje de Jesús, el bautismo de nuevo nacimiento y recibir el Espíritu Santo (no está el uno sin el otro).
Pablo no los avergonzó ni escribió en ese momento una carta preguntando quién tenía la culpa, él hizo algo que podríamos aprender. En primer lugar, él habló con ellos, les hizo preguntas, se cercioró de cuál era la enseñanza que habían recibido.
Pablo se encargó de repasar las bases, de enseñarles lo que les faltaba. Los llevó a la experiencia completa: arrepentimiento, fe y obediencia a Jesús, llenura del Espíritu y manifestación de dones.
No todos los discípulos en el cuerpo de Cristo han tenido las mismas experiencias ni han recibido una misma instrucción o están al día en su crecimiento espiritual, pero mire una cosa; eso no los hace menos discípulos, porque el autor de Hechos los llama así desde el principio. Esas personas tenían una disposición del corazón tal, que apenas oyeron el nombre de Jesús, recibieron el Espíritu Santo.
Nosotros podemos ser decisivos en el crecimiento del cuerpo de Cristo, y esto puede empezar con una conversación sobre aquello en lo que creemos. Si a alguien le falta conocer algo, abordémoslo con entusiasmo y con amor, agradeciendo la oportunidad de ayudarle. Tal vez una palabra nuestra es todo lo que hace falta para que esa persona sea tocada por el Espíritu y despierte a una nueva vida, decida bautizarse, encuentre sus dones. Recuerde que estos hermanos nos necesitan y también los necesitamos para salud y vida de la iglesia de Dios.