Hechos 2: 41-42 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados, y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Escrito Por: Marianella Layana de Jácome.
Desde hace algunos años atrás hemos podido presenciar un aumento en la cantidad de miembros y de asistentes a nuestra congregación.
Más sin embargo el verdadero crecimiento no está supeditado a la cantidad sino a la calidad. Podemos muchas veces cometer el error de centrarnos en la cantidad descuidando algo tan importante como la calidad.
Existen Iglesias muy grandes llenas de miembros, pero muertos espiritualmente, y otras iglesias pequeñas con bancas vacías, pero con miembros llenos del Espíritu Santo, consagrados a Dios.
Esto no quiere decir que no es bueno que la iglesia crezca en cantidad, eso es normal y saludable, pero no siempre se puede asociar el crecimiento numérico como el éxito. El éxito de una iglesia para Dios no se basa en el número sino en la calidad de cristianos que hay en ellas, cristianos que evangelizan y trabajan siempre para el crecimiento de la obra.
El crecimiento natural de la Iglesia se lo consigue utilizando las herramientas que nos ha dado Dios: La oración, el estudio bíblico, la evangelización, la comunión fraternal y demás disciplinas espirituales. Pero no podemos solo utilizar una de estas herramientas y las otras dejarla de un lado.
Debemos enfatizar en todas ellas, ya que no podemos dedicarnos a la oración descuidando el estudio bíblico o dedicarnos a evangelizar dejando a un lado la oración. Estos recursos deben llevarse a la práctica de manera conjunta y equitativa. Si practicamos todo esto seremos fortalecidos en la fe y experimentaremos constantemente ese avivamiento.
El deseo de Dios es que la iglesia viva en el poder del Espíritu para poder realizar la obra de edificación y evangelización. Si no hacemos uso de las herramientas espirituales que tenemos careceremos de ese poder para crecer espiritualmente e impactar con lo que Dios ha hecho en nosotros a la sociedad que nos rodea.