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Hechos 2:42 “Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”.

Escrito Por: Walter Encalada Pazmiño 

Objetivos de una Iglesia unida

En los devocionales que anteceden, hemos visto aspectos generales de lo que significa la Iglesia, habiendo adquirido conocimiento de lo que era el cuerpo de Cristo en sus inicios, resaltando la entrega que pusieron los primeros cristianos en el inicio de ella. 

Ellos perseveraban unánimes cada día en el templo, y partían el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón (Hechos 2:46).  Lo que vivieron los cristianos y lo que los apóstoles escribieron en el comienzo de la era cristiana, dista mucho de lo ocurre hoy con nuestras iglesias.  

El presente devocional tiene el propósito de volver a ese sentir de la iglesia en su inicio, continuando firme y constantes en la doctrina de los apóstoles y en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones (Hechos 2:42), en tal virtud la unidad de la Iglesia demanda de nosotros madurez espiritual, para mantenernos firmes en el legado que dejó el Señor Jesucristo.  

Frente a este reto, como parte de la Iglesia de Dios, tenemos una enorme responsabilidad de asumir un compromiso formal delante de Dios, volver a asumir esa comisión, al camino que el Señor nos trazó a fin de que el evangelio sea propagado a las naciones, eso demandó nuestro Señor a su Iglesia en sus inicios y esa encomienda sigue presente hoy.  

Recordemos que hemos sido renacidos de una simiente incorruptible, que es la palabra de Dios (1 Pedro 1:23), nuestra fe viene por el oír y el oír por la Palabra de Dios (Romanos 10:17), los que reciben esta palabra son añadidos a la Iglesia del Señor (Hechos 2:41). La Iglesia es producto de la Palabra de Dios, del mensaje que fue recibido por las personas para un cambio en sus vidas, cada iglesia es una comunidad de creyentes, justificados por la fe (Romanos 3:28, 5:1), somos parte de su cuerpo listos a obedecerlo.

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